12.12.2011

El miedo al sexo dentro la Iglesia.


Leyendo e investigando un poco sobre el estudio comparado de religiones, vino a mi sorpresa que muchos principios de la cristiandad, principios que son las bases de dicha religión, son contradicciones en esencia y hasta difíciles de explicar por sus propios teólogos.   En este ensayo propongo describir la particular mirada que del sexo tiene la Iglesia cristiana, y tratar, en la medida de lo posible, de entender sus motivaciones.

Una aclaración, este texto puede resultar ofensivo para las personas más creyentes, ya que trata sobre un un tema tabú dentro del cristianismo.  Mi postura, como librepensador, siempre fue atea.  Os sugiero no sigáis, si creéis que vuestra fe puede ser mancillada.


La virginidad

Las solteronas, siempre tuvieron una excepcional simpatía entre los católicos.  Ellas se mantienen puras y alegres, jamás han conocido los horrores envilecidos del sexo, el desvirgamiento o el parto.
Esto es así, ya que la gloria pareció estar prometida en un principio, y quizás siempre, a los hombres y mujeres que permaneciesen vírgenes.  Es el caso de María.  Es el caso de Jesús.  Era casto.  También lo era Juan el Bautista.  Ni tampoco se le conoce mujer alguna a los apóstoles.
Jesús decía: “...Y los hay que se hicieron eunucos a sí mismos por amor al reino de los cielos” (Mt 19,12).  Algunos de los primeros cristianos, como Orígenes, tomaron literalmente esta afirmación y llegaron al extremo de castrarse así mismos.
El cristianismo, en sus comienzos, odia el sexo.
Este amor a la virginidad, marcará su doctrina hasta nuestros días.

La virginidad era un ideal, pero un ideal que era difícil de proponer... por razones maltusianas.  Así que pronto consideraron el matrimonio como el único marco legítimo en que la concupiscencia (búsqueda del goce) podía apagarse, pero solamente para traer hijos al mundo.  
“Hombre, tu eres el amo, la mujer es tu esclava, Diós lo quiso así” aconsejaba San Agustín.  
El casamiento era un ritual muy importante dentro del judaísmo, Jesús lo valoraba y respetaba en sus palabras.  Pero los primeros cristianos, odiaban el casamiento.  Era en sí un modo de avalar el deseo y la unión carnal.  Se manifestaron en su contra, quisieron abolirlo, pero al ser una tradición muy divulgada socialmente, terminaron por aceptarlo dentro de un marco “legal” y con ciertas condiciones.
Como he dicho, sólo se aceptaba el sexo para la procreación.  Incluso, estaba mal visto disfrutarlo.
Todo aquel que se daba al sexo porque se había enamorado o porque buscaba el placer físico se encaminaba a paso ligero a la condenación. Esta actitud sombría condujo finalmente a que la Iglesia legislara sobre los detalles más íntimos de la vida conyugal.  En 1215, el clérigo Johannes Teutonicus fue el primero en anunciar que solo había una postura natural en el coito (lo que hoy llamamos postura del misionero).  Esta postura deja claro la supremacía del hombre, sobre la mujer.  Intentar cualquier otra postura (desde atrás, lateral, sentados, de a pié o anal) era pecado mortal.  Incluso, el coitus interruptus, el método de retirada que frustraba la procreación, tenía penitencias de entre dos y diez años

Estas ideas, en las que se justifica el matrimonio y el acto amoroso solamente por y para la procreación, se convirtieron rápidamente en las de la Iglesia cristiana por entero y lo seguirían siendo durante quince siglos, hasta el primer tercio del siglo XX.

Por la misma época, para desacreditar esta “oleada” de casamientos, la iglesia desarrolló el culto a María, que se manifestó con la multiplicación de sus imágenes en las iglesias a partir del siglo XIII.  Desde un principio se destacó la virginidad de María como un valor (incluso más fuerte que el de ser madre).  Pero esta imagen propuesta tiene una gran contradicción: el modelo que se proponía a las mujeres demasiado humanas resultaba inimitable, inalcanzable.  O conservaban la virginidad, o tenían hijos... de cualquier modo se alejaban del modelo virginal de María.  Las madres debían sentir que sus vidas eran un fracaso.

Con esta imagen propuesta, las mujeres normales y corrientes quedaban cada vez más lejos de la perfección.  Incluso, la idealización de María con el dogma de la Inmaculada Concepción (1854) y el dogma de la Asunción de la Vírgen (1950), solo la alejan más de lo que cualquier ser humano puede aspirar a ser.

Otra gran contradicción resultaron ser los matrimonios no consumados, que durante quince siglos fué el modelo a seguir.  Incluso, los besos entre esposos (y ni decir las caricias), fueron mal vistos hasta mediados de siglo XX.


La misoginia

He dicho que Jesús era casto, como Juan y los otros doce discípulos.  Pero había una María de Mágdala, que representaba todo lo malo: era prostituta.  Y peor aún, lo dicen los evangelios, pasaba mucho tiempo con Jesús.
Jesús siempre estuvo rodeado de mujeres.  Y su actitud para con ellas fué tan innovadora que escandalizaba incluso a sus discípulos (Jn 4,27).
Estas mujeres, más creyentes o más pacientes que los hombres, acompañan a Jesús en el día de su martirio final, se quedan frente a la cruz esperando su muerte, y pasan tres días delante del sepulcro.  Incluso, cuando Jesús resucita, lo primero que hace es aparecerse a María Magdalena.
¿Porque entonces tanto antifeminismo?
La culpa la tiene el antiguo testamento, en particular el génesis.  Para el antiguo judaísmo, la mujer es una “ayuda” del hombre.  Fue hecha de su costilla porque ningún animal le convenía.  Es más, la mujer judía es un personaje secundario y culpable. Ya que ambos fueron echados del paraíso por su culpa.  Y Dios dijo “Parirás con dolor los hijos.  Y buscarás con ardor a tu marido, que te dominará” (Gn 3, 1-23). ¿Hay acaso afirmación más misógina?.
La más castigada fué Eva, porque era la más culpable.  El hecho de ser madre no fué un honor para la mujer, sino, la consecuencia directa de un pecado original, su pecado.  Eva y sus hijas serán, para la eternidad, unas seductoras, unas pecadoras.

Alberto Magno y Tomás de Aquino, repetían hasta la saciedad que la mujer es, más o menos, un fracaso de la creación.  Se fundamentaban en que la complexión física es menor, más proclive a enfermedades y contagios.  “Endeble y defectuoso” decía santo Tomás.
De esta debilidad se deducía que la mujer debe ser guiada, dominada.  La severidad estaba justificada y era necesaria. “Por eso debe corregirla eficazmente, y recurrir así a los golpes cuando las palabras sean inútiles” (Pontas, París 1847).

Pero lo que más le daba miedo a los hombres era la menstruación.
La mujer en regla era una especie de paria de la que convenía alejarse.  Era impura. No podían comulgar, ni permanecer en las cercanías de una iglesia, ni su marido la podía tocar.  La regla, para esos hombres que aún eran paganos, era un atributo de la diosa Luna.  La luna era la noche, la noche era la sombra, lo malo.  Y rápidamente se identificó a la mujer con la brujería.
Por ende, la regla también era veneno.  La expulsión mensual de venenos no podía sino señalar, en el interior, un individuo malo, pernicioso.  Esos flujos inmundos no son más que el espejo de un alma inmunda y pecadora, decía el clero.

Y por si fueran poco las molestias causadas por la propia naturaleza, además, la mujer tiene que seguir trayendo hijos al mundo con dolor.  Basta recordar las protestas de los medios cristianos contra los primeros partos sin dolor durante el siglo XX.


La gran contradicción

La gran contradicción, que no logro entender, es que estando el cristianismo basado en las enseñanzas del hijo de dios, mensajero del amor...  todas sus enseñanzas son basadas en el amor.  Lo más extraño es que consideren al sexo como el engaño, la mentira, el pecado... sabiendo que el sexo puede ser la mayor manifestación de amor posible, donde dos personas son una misma carne, tal como lo decía Jesús.
Y en este desprecio, la mujer es vapuleada, insultada, tratada como un objeto, porque justamente representa al sexo, la lascivia, la lujuria.  Por ello, desde la Iglesia, se busca combatir los deseos sexuales.  Porque en realidad es un modo de combatir contra la propia mujer.
Otras religiones (como el islam, o el hinduísmo), proponen un sexo sano y, porque no, polígamo.  El Tantra, por ejemplo, busca la conección con lo superior a través del sexo y el manejo de las energía vitales.  Para el Tantra, es un modo de llegar a dios.
Y es así porque el sexo te hace sentir vivo, feliz, pleno.  Una aproximación a la genuina felicidad.  Por un momento formás parte de algo superior, sos parte del todo.

Este es el punto más flaco dentro del cristianismo, el no permitir una sexualidad plena y sin culpa.  Podemos entender que los intereses fueron muchos a lo largo de la vasta historia de la Iglesia (el control social a través de la confesión, el pecado, la culpa, etc.), pero esa visión persiste hoy en nuestros días.

Una sexualidad plena, es un derecho de cualquier ser humano sea hombre o mujer.


Conclusión

Este ensayo proponía entender el porque de está contradicción, y sólo se me ocurre una respuesta:
Jesús, figura principal del cristianismo, era casto (o por lo menos eso dicen los evangelios).  Pero esta castidad, solo es cristiana.  Mahoma, fundador y gran figura del Islam, estaba casado y tenía hijos.  Moisés, dentro del judaísmo, estaba casado y tenía hijos.  El propio Buddha, Siddhartha Gautamá, estaba casado y tenía hijos.  Lao-Tsé, fundador del taoísmo, estaba casado y tenía hijos.  Confucio, también lo era y tenía hijos.  Pero Jesús era casto, al igual que todos sus discípulos y los discípulos de sus discípulos, durante veinte siglos.  Una larga cadena de sacerdotes, curas, arzobispos y papas... todos castos.  Todos hombres.

¿Porqué?.  Simple, porque esta religión fue escrita, corregida y aumentada, por hombres (varones) que le tienen un miedo horrible a la mujer y más aún al sexo.  Como un adolescente que tiene miedo de sus instintos, y lo que hace es reprimirlos.  Justificando de mil formas posibles esa “elección”, con el único fin de no enfrentarse con sus más terribles miedos.

Y lo peor es que los miedos se enseñan, se inculcan, se transmiten de generación en generación.  Disimulados como valores, pero llenando el alma cada vez de más miedo.

J.-
Fuente: "Las cuatro mujeres de Dios" (Guy Bechtel) Post Relacionados: El Origen de las religiones: http://borgessobreelbidet.blogspot.com/2011/05/el-origen-de-las-religiones.html

10.19.2011

La razón que te domina.


Para entender una sociedad tan materializada como la nuestra, tan superficial y cientificista, primero hay que entender su mayor orgullo: el razonamiento.
Razonar, es pensar: elaborar hipótesis, formular preguntas, lograr mejores beneficios.  Esta capacidad de la mente humana, es una herramienta muy poderosa que sirve para dominar los pueblos, hacerlos evolucionar o explotarlos como ganado.
Veamos hasta donde podemos entender este problema.... razonemos.


Los primeros pasos de la razón.

Allá por el siglo XIII, Europa sufría la mayor crisis social de la historia.  Estaba empobrecida por el enorme gasto económico que producían las Cruzadas a Medio Oriente.  Estos largos desfiles de hombres condenados a la muerte, se hacían sin muchos preparativos y sin mucha planificación.  De cualquier modo, las expediciones habían empujado los límites del mundo y de lo conocido.  Cada pueblo que se anexaba, era terreno para Roma.  Y esta situación favoreció el intercambio entre los pueblos:  fué el auge del comercio.
Los comerciantes, hábiles en la lógica y el razonamiento, fueron haciéndose cada vez más poderosos.
Como dije, los reyes se habián empobrecido, y los nobles tampoco eran muy solventes, las familias más grandes de Europa, debieron pedirle dinero prestado a los comerciantes, y estos, vieron una gran ventaja de afianzar su poder estando cerca del rey, formando así las primeras burguesías.

Estos primeros capitalistas (al igual que los actuales), querían asegurar su inversión, y para ello, controlaron de cerca las excursiones a Tierra Santa.  Por su simpatía, su carisma, y su gran capacidad de optimizar esfuerzos y producir mayores ganancias, fueron cercanos a sus generales y con ello comenzaron a asesorarlos libremente.
En aquel entonces, los caminos a Tierra Santa eran bastante seguros: se habían abierto “al turismo” de los reyes, los nobles y el clero.  Los caballeros templarios protegían aquellos caminos, con una amplia línea de postas que estaban a un día de caballo entre ellas.  Eran lugares o posadas, donde los feligreses podían comer y dormir cómodamente.  Pero esta nueva ola de riquezas que transitaba por las áridas tierras orientales, atrajo la mirada de malechores y ladrones, nuevamente.

Y aquí deslumbró el pensamiento capitalista, dictaminando que era más seguro dejar todo el dinero en la primer posta, donde se le otorgaba al depositario un certificado.  Este “papel a la órden” se presentaba al terminar el viaje en la última posta, y allí le devolvían una suma igual al dinero depositado.  Así nació el cheque.  El primer billete legal del mundo.

El comercio con Europa, y en especial con Medio Oriente, necesitaba grandes planificaciones:  Se llamaron a matemáticos y cartógrafos, se consideraron muchas variables de ganancia y riesgo.  Esto derivó en un auge de la lógica y el cálculo.  Pero también, se perfeccionaron la geometría, la física, la balística y toda ciencia que se considerase útil.

Los burgueses, se hicieron cada vez más poderosos, y los reyes se codeaban cada vez más con ellos.  Pero la iglesia de Roma era distinta, era un imperio.  Sus motivaciones no eran solamente el dinero, tenían motivaciones más altas, y no hablo de las espirituales.  Roma ostentaba poder, y eso a los comerciantes burgueses los seducía, como la gacela seduce a los lobos.
Y así Babilonia, la prostituta de la ciudad, se casó con Roma.   La burguesía, se convirtió en aristocracia, y formaron poderosas familias, como los Médici o los Sforza.
Roma creció de modo descomunal, como ninguna ciudad en la historia lo había hecho. Se respiraban nuevos conocimientos, se escuchaban otros idiomas, se conocían nuevos dioses, se aprendía de todo lo nuevo y de todo se quería saber.
Cada descubirmiento nuevo era medido e interpretado por el pensamiento burgués (con el razonamiento y las matemáticas), lo que derivó en la mayor explosión de conocimiento y ciencia que la humanidad nunca vivió.  Filosofía, historia, cartografía, astronomía, física, movimientos como el humanismo y porsupuesto: el arte.


El retrato como documento.

Los reyes eran asesorados por la aristocracia, y muchas veces eran la aristocracia misma.  Poco a poco aumentaron su poder aliándose con otras regiones, rubricando dicho pacto con un “matrimonio real” (había que asegurar que la unión fuera duradera, y para ello se usaba la iglesia como escribano).  
Los reyes más caprichosos, querían conocer a sus prometidas, y los relatos de los mensajeros eran insuficientes.  Los burgueses llamaron a los mejores artistas de Europa para que pintaran retratos de reinas y doncellas, y quien fuera más realista, tenía mejores trabajos y mayores contactos.
Los burgueses no saben de arte, solo de números.  Los retratos eran un documento “fiel”, del mismo modo que hoy pedimos una foto antes de una cita ciega.  Pero ante el capricho de los reyes, los comerciantes encontraron un nuevo “negocio”.
Llevó poco tiempo hasta que las recámaras de los castillos se llenaron de grandes cuadros luminosos, que se despegaban de la oscuridad y dureza góticas.
Las cruzadas habían terminado, y con ellas la competencia por las “reliquias santas”. El retrato era también un modo de ostentar poder y riquezas, de tener algo único.  Del mismo modo que la Iglesia certificaba su poderío con un trozo de madera de la Cruz del Gólgota, la burguesía lo hizo con los mejores trabajos de los mayores artistas europeos.   Y Roma fue la sede de la explosión artística que conmocionó al mundo: el Renacimiento.


Los tres protegidos papales.

La Edad Media se caracterizó por la supremacía de la Iglesia, imponiendo una mentalidad dogmática, totalitaria y violenta.  Pero esta omnipotencia fue perdiendo poco a poco el poder en manos del razonamiento.  Hacia el siglo XV, por toda Roma se cuestionaban los principios y los valores que habían regido durante siglos.
Entonces la iglesia, muy hábilmente, demostró su poder tomando para sí los mejores pintores del renacimiento:  Leonardo, Miguel Ángel y Raphael.  Y utilzó su capacidad para realzar las grandes figuras que eran pilares fundamentales de la fe cristiana.  Incluso les pidieron retratar a Dios.
Es arto conocido el movimiento Renacentista, basta como ejemplo mencionar a Leonardo Da Vinci, quien escribe uno de los pilares fundamentales de la nueva estética revolucionaria, Tratado sobre la pintura.  En ese manifiesto, define y describe el uso de la perspectiva geométrica, la dispersión de la luz, la perspectiva aérea, las proporciones armónicas de los cuerpos humanos, la sección áurea y las difusión de los colores que “tiñen” los objetos.  Todo ampliamente probado y demostrado matemáticamente.
Todo lo conocido por el hombre, y el hombre mismo, se reducían a una estructura geométrica; y con estas proporciones se construía un cuerpo lleno de curvas que presentaban los volúmenes reales con el uso de la luz y la sombra.
El mayor artista de todos los tiempos, deconstruía la realidad a sus expresiones más abstractas y geométricas, para luego recrearlas con mucho trabajo y esfuerzo.
Y aquí es donde el razonamiento entra por primera vez en el arte.  Para ayudarlo a evolucionar y expandirse.
Fué un matrimonio feliz... sólo por un tiempo.


¿Y que pasó con el arte?

El razonamiento, no sabe de arte.  No busca sentir, busca entender.  Todo artista es un ser contradictorio, en él conviven dos fuerzas pujando en una lucha interna.  Una, buscando los sentimientos mas abstractos del hombre, y la otra, “frivolinzándolos” con su interpretación y entendimiento.  Y justamente de este choque proviene su arte.  Todo movimiento estético es un acto de rebeldía ante los cánones precedentes y también hacia uno mismo.  El renacimiento se reveló contra el arte gótico, como tiempo después el dadaísmo lo hizo con la sociedad burguesa.

Pasó que el razonamiento en el arte, terminó por destruirlo llevándolo al extremo de la simplificación estética, y la búsqueda de abstracciones cada vez más arbitrarias.
Así como el pensamiento burgués, orgulloso de su lógica y el calculo, convivieron con los reyes debilitándolos poco a poco, hasta derrotarlos en la Revolución Francesa.  El razonamiento, entró en la pintura para ayudarla a crecer y desprenderse de los viejos cánones estéticos, pero después de un tiempo, la debilitó y destruyó completamente.
Esos esqueletos geométricos, que formaban las estructuras del arte renacentista, tan claros en El Hombre de Vitruvio, poco a poco fueron revelándose contra las carnes y las curvas, haciendo trazos mas simples, formas más abstractas, hasta finalmente negar cualquier parecido con realidad y presentarse como “las nuevas vanguardias”, como lo fué el futurismo o el cubismo.


Conclusión.

La razón, no solo dominó todo lo que el hombre hacía, también dominó todo lo que el hombre es y siente, y lo hizo a través de la psicología y las ciencias humanas.
Los expresionistas de comienzo de siglo pasado,  sabían que tenían que defender ese último bastión del hombre, que es su psiqués irracional.  Pero no pudieron.  El Grito de Edvard Munch, es en realidad el último grito del pensamiento irracional, expresado dentro del arte;  diciéndonos desde el espejo, “Cuidado, te estás matando.  Tengo miedo de vos”.
El surrealismo que había empezado tan bien, cedió rápidamente.  Y luego el arte comenzó a idolatrar al hombre-máquina, como ser superior.

Y apartir de allí, después de una larga agonía que duró siglos, con mayores o menores luchas ideológicas, finalmente el razonamiento dominó el mundo y el alma humana.

Alabad a nuestro nuevo Dios.


Biografía:  Hombres y Engranajes, de Ernesto Sábato.  Tratado sobre la pintura, de Leonardo Da Vinci.  

5.08.2011

Las Gotas de Espíritu.


Se me ocurrió pensar en cual sería la palabra más hermosa de todas.  La más bella que haya creado la humanidad.  O dicho de otro modo, la que tenga la enorme responsabilidad de ponerle nombre a los deseos más bellos que el hombre posee.
Esa palabra, para mí, es: námaste.  Recuerdenló.
Proviene del sánscrito, antigua lengua oriental que aún se conserva en algunos lugares de la india.  El hinduísmo es la religión más popular en el sur de asia, caracterizada por una cosmogénesis, muy distinta a la que tenemos aquí, en occidente.
Y es tan distinta a la nuestra, que un enunciado como éste, tendría sentido:

“El espíritu que se alojó dentro del cuerpo de Siddhartha Gautama, el Buda.  Quizá, fue también el mismo espíritu que estaba dentro del primer pez que salió del agua y comenzó a caminar sobre la tierra”.

Parece agarrado de los pelos, pero realmente es posible (lo confirmaría cualquier hindú).  Se me ocurrió como una rima, pero es un pensamiento hermoso.  Solo que para entender su belleza, tengo que explicar algunos puntos.


LA REENCARNACIÓN

El hinduísmo (y mucha de la filosofía oriental), creen en la reencarnación tan “firmemente” como nosotros creemos que no la hay.
Ellos, dicen que dentro de nosotros, de todos los seres humanos (y todos los animales), hay una pequeña gota de espíritu, una chispa de dios, que se creó en el mismo instante en que se creo el universo.
Todo lo que conocemos, todo este planeta y todas las estrellas que cubren el cielo, se crearon en una gran explosión.  Y lo que dio origen a ese Big Bang, fue una pequeña esfera que contenía toda la materia del universo, un punto de densidad infinita.
Esa pequeña bola cósmica, es llamada el “huevo de Brahma”.  Pero el nombre no importa.
La explosión de este huevo, generó oleadas de materia que se arremolinaron y se transformaron en nebulosas de polvo estelar, la presión y la fuerza centrípeta de ellas, hizo que se compactara, creando los primeros astros.

Pero junto con la materia, se había creado también “el espíritu del universo”.  Una especie de “dios” que está en todos lados, y vive en un plano muy distinto al nuestro, en “otra” dimensión, que no se rige por nuestras leyes físicas, y que el tiempo no le afecta en absoluto.
Este espíritu, también llamado Brahma, vive en todas partes, diseminado por el universo bajo la forma de pequeñas gotas de rocío.  Todas iguales, bellas y perfectas.
Gotas que tampoco podemos ver, porque están en aquel “otro” plano.

Estas “gotas de espíritu”, se alojan por primera vez dentro de la materia (puede ser una roca, un río, o el mismo aire), y cada una de ellas, comienza una búsqueda por su propia independencia, su propia movilidad, su propia “evolución”.
En esa búsqueda, comienza a jugar con los átomos, moviendo lentamente un electrón para un lado o para el otro.  Poniendo o sacando un protón.  Y de este modo, el espíritu, la suma de esas gotas, comienza a crear nuevos elementos como oxígeno, fósforo, azufre, calcio, sodio, potasio y carbono.
Y lentamente fue formando un cuerpo donde habitar, y lo hizo con los elementos que tenía. Después de mucho probar, pudo crear una nueva forma de vida, cercana a la piedra que la vió nacer, y así creó los hongos.
Había creado la primer forma de vida, como nosotros la conocemos, pero no se detuvo y construyó las plantas, y el mundo se pobló de tréboles, pastos y helechos.
Estas “gotas”, forman la materia.  Le dan movilidad, le dan forma, y el lugar mas fácil de hacerlo es dentro del agua, y así nacen nuevas formas de vida más complejas, nuevos seres multicelulares, y después de un tiempo: los peces.

Uno de ellos, tenía dentro suyo una “gota” muy especial.  Esa gota se manifestaba en su coraje y alto racionamiento (lo máximo que puede razonar un pez).  Y supo que para evolucionar a nuevas formas, tenían que salir del agua.  Evolucionar es el único camino posible, todas las “gotas de espíritu” lo saben, y quieren lo mismo.  Y ese salto de fé, fue seguido por muchas gotas más.  Y de este modo, los espíritus, después de mucho probar y arrastrarse, se moldearon patas.


LA ÚNICA REGLA

No se puede estar mucho tiempo lejos de Brahma.  Las pequeñas gotas, después de permanecer un tiempo en este mundo jugando con átomos y vistiendo disfraces de formas, tienen que irse.  No explican porqué.  Me imagino que será una especie de pausa, como un descanso que tiene que cumplir el alma.  Nadie sabe.
Hay quienes dicen que las almas se van para rendir cuentas a un ser superior, sobre las acciones que se hicieron en la vida.  Una especie de reporte de su progreso y sus avances.
Después de una merecida siesta, el espíritu, el “alma” si se quiere, vuelve a entrar en la materia para seguir evolucionando, viviendo o jugando... que es lo mismo.

La única regla inquebrantable es que el alma en algún momento tiene que volver, abandonar el cuerpo que habita y dejar sus átomos para que nuevas formas surjan y nuevos espíritus las pueblen.
Vida, muerte y resurrección en otro cuerpo, en otra forma de vida, un poco más evolucionada.
Miles de reencarnaciones, o quizá millones.  Aprendiendo, en cada período de vida, un poco más para seguir evolucionando.


EL HOMBRE

La Teoría de la Evolución de Darwin, nos plantea algo parecido: la evolución de las formas de vida, fue causada por la variabilidad de especies, resultado de la aleatoriedad y el azar biológico celular.  En cambio, para el hinduísmo (si lo consideramos también una teoría), la evolución está producida por el mismo espíritu buscando nuevas formas de manifestarse, y poder vivir en ellas.  Arboles, plantas, aves, reptiles, animales, mamíferos herbívoros o carnívoros.  El espíritu fue lobo, puma, caballo, perro, mono, y finalmente hombre.

Me gusta mucho ver la evolución de este modo, porque formamos parte de ella.  Para los hinduístas, este mundo lleno de alegrías y vivencias, lo construimos nosotros.  No hablo de los automóviles o rascacielos solamente, hablo también de todos los arboles, animales y plantas, que nos rodean.  Hablo te todo lo que vemos y conocemos.  Cada cosa, cada árbol, cada animal, cada ser, alguna vez lo hemos habitado.  Todo en este mundo, alguna vez ha sido nuestro cuerpo.  
Todos fuimos alguna vez piedra, y vivimos dentro de ella.  Aprendimos a tomar una forma nueva (primero vegetal y luego animal) cada vez que veníamos a este mundo.  Y ayudábamos, como podíamos a la “evolución” del propio individuo, que es en sí la evolución de todo el mundo, de todos los espíritus.


COOPERACIÓN

Pero estos espíritus no son egoístas, la evolución no es una carrera por llegar primero, porque no hay perdedores; todos cooperan buscando la evolución de todos.  Cuando uno de ellos descubre algo, un modo mejor de evolucionar... un pensamiento, una idea, una epifanía; se los comunica a los demás, de diferentes modos:  en un cuadro, con el arte, la música, las palabras, los libros, los consejos y especialmente como: padre o madre.  Todos queremos que las generaciones que nos sustituyan, sean mejores de lo que nosotros fuimos.  Eso es evolución.

Ahora, sabiendo esto, no es tan loco pensar que el espíritu que vivía dentro de (y era) el Buda, sea el mismo espíritu que alguna vez, desde la orilla de un mundo que no conocíamos, en un cuerpo sin piernas... nos gritó “se que es por acá, tendrán que caminar, y aprenderán a hacerlo aunque no sepan como, tendrán que aprender en el camino, porque os prometo, que todo el esfuerzo, va a terminar en un forma hermosa, la más bella de todas... la que algún día habitaremos y seremos perfectos y felices ...  Námaste.”


LA PALABRA MÁS BELLA DE TODAS

El hiduismo tiene una frase para bendecir a las personas:  námaste, es la equivalente a nuestro hola, adiós, gracias, o por favor.  Se usa para saludar, despedirse, pedir, agradecer y resar.  Námaste, es “reverencia ante tí”.  Tiene muchos significados, alguno de ellos son:

El Dios en mí ve y honra al Dios en ti.

Lo divino en mí saluda a lo divino en ti.

Veo el bien en ti, porque sé del bien en mí.

Yo saludo ese lugar donde tú y yo somos uno.

Yo honro al espíritu en ti que también está en mí.

Mi energía más alta saluda a tu energía más alta.

Mi saludo reconoce la igualdad de todos, y rinde honor a la santidad e interconexión entre todos, así como a la fuente de esa unión.

Yo honro ese lugar en ti en donde habita el universo entero, yo honro ese lugar en ti que es un lugar de amor, de verdad, de luz. Y sé que cuando tú estás en ese lugar dentro de ti, y yo estoy en ese lugar dentro de mí, tú y yo somos uno solo.


Que mucho se puede decir con una palabra.

Námaste...

Me prometo usarla más seguido.

J.-

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5.04.2011

El Origen de las Religiones


Si bien he planteado anteriormente algunas observaciones desde la Comparación de Religiones, en este caso me quiero abocar a una opinión formada que tengo sobre el origen de las mismas.  La creencia en una religión, más específicamente, en una cosmogonía del universo y nuestra participación en ella, es innato a la raza humana y viene desde nosotros mismos, por un simple proceso de pensamiento lógico que quiero teorizar y ejemplificar.


Imaginemos un grupo de personas que no tengan ningún conocimiento religioso, carecen de teoría sobre la creación del hombre y de su mundo.  Nunca escucharon hablar de dioses, ni de castigos divinos.  De ritos, ni de iglesias.
Imaginemos, un grupo de personas (quizás nuestros ancestros homínidos) que se despiertan en medio del bosque, sin saber como llegaron y sin saber si quiera que son.
Pero hay algo que los atrae, los moviliza racionalmente y les da miedo.


DOS MUNDOS ANTAGÓNICOS

“La naturaleza no sabe de lineas rectas”... quizás, la única línea recta que exista en todo el globo sea la línea del horizonte.  
El horizonte, divide el mundo en dos.  La mitad inferior, el mundo “terrenal”, es un mundo “medible”.  Que se puede tocar, se puede manipular.  Puedo abrir una naranja y verla por dentro, puedo abrir un animal y entender sus partes y su funcionamiento.  Puedo entender este universo.  Este mundo cambia, se modifica y nosotros formamos parte de ese cambio.  Lo manipulo, lo entiendo, soy parte de él.
La otra midad del universo, la mitad “celeste”, es un desafío para los sentidos y la racionalidad.  No lo puedo tocar, ni mucho menos entender.  Astros luminosos que pasan día y noche, indiferentes de nuestras acciones y de nuestras vidas, eternos, infinitos.
El mundo está compuesto por dos universos, es lo primero que estos hombres entienden.  Ellos viven la mitad “terrestre”, pero la mitad “celeste” los atrae.  Los seduce con su lenta danza de astros y luces.  Incomprensible y hermoso para ellos.
Pero lo que se ignora, lo incontrolable... se teme.  Las lluvias, los rayos, las sequías, los eclipses vienen a romper un orden perfecto... son caprichos de los astros... y esos caprichos dan miedo, aterran.


EL MUNDO COMO UN ESPEJO

Estos hombres, en su esfuerzo por entender el universo “celeste”, descubren que hay ciertas similitudes entre este mundo y aquel.  El fuego, al igual que el sol, produce luz y calor, entonces el fuego es un nexo entre ambos universos.  El agua es vida, pero también es lluvia, nuestra vida nos es regalada y mantenida.  Así como el día termina en noche, entienden que la vida termina en muerte.
También las analogías son morfológicas.  El círculo, es la representación de los astros, y por ende es una figura sagrada.  Estas personas, comienzan a sentarse en círculos, a veces con un fuego central, para emular las formas en los cielos.  Y así dan origen a los primeros rituales.
Otros elementos sagrados son los metales, que brillan con destellos similares al de las estrellas.  Y de acuerdo a su color, el oro representa al sol, y la plata a la luna.
La luna, y su período de rotación, recuerda los ciclos de la mujer, y por antagonismo el sol comienza a tomar características masculinas.
Así como en la tierra, el cielo refleja la dualidad hombre-mujer.


LOS PRIMEROS SACERDOTES

Este grupo de hombres, cada vez más numeroso, ya tiene ciertos elementos sagrados y ciertos rituales que los acercan un poco más al mundo “celeste”.  Eligen de entre ellos, un grupo de individuos, los más avesados y los que entienden las analogías entre estos dos mundos; para que controlen y cuiden los objetos y rituales sagrados.
Estos sacerdotes también saben del temor que el universo “celeste” nos produce.  Y regulan las acciones del resto por miedo a caprichos o calamidades.  Y así, entienden que si hay objetos sagrados (que nos acercan a aquel universo), también los hay profanos (que nos alejan y desatan nuestros mayores temores).
Los sacerdotes saben como acercarnos a lo deseado, y al mismo tiempo, saben como protegernos:  nos ofrecen un camino hacia la “salvación”.


LAS PROTO-RELIGIONES

De tanto en tanto, aparecen hombres que tienen un entendimiento mayor que el resto.  Que saben explicar ciertas analogías entre ambos mundos de manera lógica y coherente con las creencias existentes, y que además, saben que hay que hacer para acercarnos un poco más a aquel universo “celeste” que tanto nos atrae.
Estos hombre son llamados “profetas”.  Y junto a los sacerdotes, comienzan a elaborar un sin fin de teorías y explicaciones, que amplían el conocimiento “celeste”.  Con el correr del tiempo, y el aporte de nuevos profetas, las similitudes entre ambos mundos comienzan a ser muy numerosas y también muy forzadas.
Comienza a cargarse de “humanidad” a los astros.  Si bien eran caprichosos, ahora también son envidiosos, justos, guerreros, amantes, protectores y piadosos.
Y así el mundo “celeste”, se convierte en el mundo de los dioses.
Y es tan parecido al nuestro, con hombres igual de lujuriosos, que es de esperarse que bajen a nuestro mundo, y tengan hijos con nuestras mujeres.  Hijos mitad hombre y mitad dioses, con poderes divinos, pero mortales, que nos traen la palabra de su “padre” para acercarnos y parecernos, cada vez más a ellos.


LA RELIGIÓN COMO MODO DE GOBIERNO

Con el tiempo, y el aumento de la población, comienzan a formarse las primeras sociedades y se necesitan formas de gobierno que administren las relaciones y comportamientos.  Que mejor para ello, que un grupo de personas que entienden a los dioses y sepan lo que ellos pretenden de nosotros.
De este modo, la religión se vuelve política.
Debe controlar y abogar por la seguridad social.  Debe generar ritos y objetos sagrados que la mantengan en armonía.  Debe bendecir las uniones maritales, respetar los hijos, el trabajo, las pertenencias y las mujeres.  Se castiga todo aquel que manipule objetos profanos o sencillamente no acate las normas del grupo controlador.
Todo lo que hace bien a la sociedad y su funcionamiento, es bueno, sagrado, avalado por los dioses.  El resto es inmoral, decadente... lo profano.
Y así las religiones ya no solo forman la moral de los pueblos, sino también su conducta y comportamiento.
Si una enfermedad se transmite por los cerdos, es un castigo divino.  Entonces, comerlo es un acto profano y deber ser regulado por las normas religiosas.
Si una enfermedad se transmite sexualmente, el sexo libre debe ser castigado y reglamentado.
Si alguien encuentra nuevas analogías entre los mundos, o simplemente se atreve a cuestionar el conocimiento que los sacerdotes tienen de los dioses, se lo castiga y condena de “hereje”.
Todo aquel que no comparte los cánones es un infiel, y será castigado por los dioses (o sus representantes en la tierra).  El único camino posible es el impuesto, el que nos fue marcado por nuestros ancestros y los escritos que ellos nos legaron.


CONCLUSIÓN

En este ensayo quiero rescatar un par de cosas.  La primera: el afán por entender lo que no entendemos: la eterna búsqueda de conocimiento (o teorizaciones) para aplacar nuestros mayores miedos.  En este camino, corremos el riesgo de querer acercarnos tanto a lo ignorado, que terminamos explicándolo como si fuéramos nosotros mismos: a nuestra imagen y semejanza.
Lo segundo:  Ninguna religión adora a ningún dios.  Todas son formas encubiertas de adorarnos a nosotros mismos como género humano, de separarnos de la naturaleza y de pensar que somos en cierta medida dioses.
La tercera:  Todas las supuestas explicaciones que tenemos y los ritos que practicamos, no sirven de otra cosa que para alejarnos de nuestros miedos, de nuestra incertidumbre, y dejarnos tranquilos por un tiempo.  Dejemos esas formas de placebo y enfrentémosnos a nuestros miedos más antiguos.

Si hay un camino para entender el universo “celeste”, no es el impuesto.
Generemos una búsqueda nueva, sabiendo de los errores cometidos.  Retomemos la creencia de nuestros ancestros, y su espíritu por querer acercarse un poco más al universo.
La búsqueda de la armonía, la luz y la belleza de los astros, que nos sedujeron aquella primera noche que despertamos en el bosque.

J.-