5.08.2011

Las Gotas de Espíritu.


Se me ocurrió pensar en cual sería la palabra más hermosa de todas.  La más bella que haya creado la humanidad.  O dicho de otro modo, la que tenga la enorme responsabilidad de ponerle nombre a los deseos más bellos que el hombre posee.
Esa palabra, para mí, es: námaste.  Recuerdenló.
Proviene del sánscrito, antigua lengua oriental que aún se conserva en algunos lugares de la india.  El hinduísmo es la religión más popular en el sur de asia, caracterizada por una cosmogénesis, muy distinta a la que tenemos aquí, en occidente.
Y es tan distinta a la nuestra, que un enunciado como éste, tendría sentido:

“El espíritu que se alojó dentro del cuerpo de Siddhartha Gautama, el Buda.  Quizá, fue también el mismo espíritu que estaba dentro del primer pez que salió del agua y comenzó a caminar sobre la tierra”.

Parece agarrado de los pelos, pero realmente es posible (lo confirmaría cualquier hindú).  Se me ocurrió como una rima, pero es un pensamiento hermoso.  Solo que para entender su belleza, tengo que explicar algunos puntos.


LA REENCARNACIÓN

El hinduísmo (y mucha de la filosofía oriental), creen en la reencarnación tan “firmemente” como nosotros creemos que no la hay.
Ellos, dicen que dentro de nosotros, de todos los seres humanos (y todos los animales), hay una pequeña gota de espíritu, una chispa de dios, que se creó en el mismo instante en que se creo el universo.
Todo lo que conocemos, todo este planeta y todas las estrellas que cubren el cielo, se crearon en una gran explosión.  Y lo que dio origen a ese Big Bang, fue una pequeña esfera que contenía toda la materia del universo, un punto de densidad infinita.
Esa pequeña bola cósmica, es llamada el “huevo de Brahma”.  Pero el nombre no importa.
La explosión de este huevo, generó oleadas de materia que se arremolinaron y se transformaron en nebulosas de polvo estelar, la presión y la fuerza centrípeta de ellas, hizo que se compactara, creando los primeros astros.

Pero junto con la materia, se había creado también “el espíritu del universo”.  Una especie de “dios” que está en todos lados, y vive en un plano muy distinto al nuestro, en “otra” dimensión, que no se rige por nuestras leyes físicas, y que el tiempo no le afecta en absoluto.
Este espíritu, también llamado Brahma, vive en todas partes, diseminado por el universo bajo la forma de pequeñas gotas de rocío.  Todas iguales, bellas y perfectas.
Gotas que tampoco podemos ver, porque están en aquel “otro” plano.

Estas “gotas de espíritu”, se alojan por primera vez dentro de la materia (puede ser una roca, un río, o el mismo aire), y cada una de ellas, comienza una búsqueda por su propia independencia, su propia movilidad, su propia “evolución”.
En esa búsqueda, comienza a jugar con los átomos, moviendo lentamente un electrón para un lado o para el otro.  Poniendo o sacando un protón.  Y de este modo, el espíritu, la suma de esas gotas, comienza a crear nuevos elementos como oxígeno, fósforo, azufre, calcio, sodio, potasio y carbono.
Y lentamente fue formando un cuerpo donde habitar, y lo hizo con los elementos que tenía. Después de mucho probar, pudo crear una nueva forma de vida, cercana a la piedra que la vió nacer, y así creó los hongos.
Había creado la primer forma de vida, como nosotros la conocemos, pero no se detuvo y construyó las plantas, y el mundo se pobló de tréboles, pastos y helechos.
Estas “gotas”, forman la materia.  Le dan movilidad, le dan forma, y el lugar mas fácil de hacerlo es dentro del agua, y así nacen nuevas formas de vida más complejas, nuevos seres multicelulares, y después de un tiempo: los peces.

Uno de ellos, tenía dentro suyo una “gota” muy especial.  Esa gota se manifestaba en su coraje y alto racionamiento (lo máximo que puede razonar un pez).  Y supo que para evolucionar a nuevas formas, tenían que salir del agua.  Evolucionar es el único camino posible, todas las “gotas de espíritu” lo saben, y quieren lo mismo.  Y ese salto de fé, fue seguido por muchas gotas más.  Y de este modo, los espíritus, después de mucho probar y arrastrarse, se moldearon patas.


LA ÚNICA REGLA

No se puede estar mucho tiempo lejos de Brahma.  Las pequeñas gotas, después de permanecer un tiempo en este mundo jugando con átomos y vistiendo disfraces de formas, tienen que irse.  No explican porqué.  Me imagino que será una especie de pausa, como un descanso que tiene que cumplir el alma.  Nadie sabe.
Hay quienes dicen que las almas se van para rendir cuentas a un ser superior, sobre las acciones que se hicieron en la vida.  Una especie de reporte de su progreso y sus avances.
Después de una merecida siesta, el espíritu, el “alma” si se quiere, vuelve a entrar en la materia para seguir evolucionando, viviendo o jugando... que es lo mismo.

La única regla inquebrantable es que el alma en algún momento tiene que volver, abandonar el cuerpo que habita y dejar sus átomos para que nuevas formas surjan y nuevos espíritus las pueblen.
Vida, muerte y resurrección en otro cuerpo, en otra forma de vida, un poco más evolucionada.
Miles de reencarnaciones, o quizá millones.  Aprendiendo, en cada período de vida, un poco más para seguir evolucionando.


EL HOMBRE

La Teoría de la Evolución de Darwin, nos plantea algo parecido: la evolución de las formas de vida, fue causada por la variabilidad de especies, resultado de la aleatoriedad y el azar biológico celular.  En cambio, para el hinduísmo (si lo consideramos también una teoría), la evolución está producida por el mismo espíritu buscando nuevas formas de manifestarse, y poder vivir en ellas.  Arboles, plantas, aves, reptiles, animales, mamíferos herbívoros o carnívoros.  El espíritu fue lobo, puma, caballo, perro, mono, y finalmente hombre.

Me gusta mucho ver la evolución de este modo, porque formamos parte de ella.  Para los hinduístas, este mundo lleno de alegrías y vivencias, lo construimos nosotros.  No hablo de los automóviles o rascacielos solamente, hablo también de todos los arboles, animales y plantas, que nos rodean.  Hablo te todo lo que vemos y conocemos.  Cada cosa, cada árbol, cada animal, cada ser, alguna vez lo hemos habitado.  Todo en este mundo, alguna vez ha sido nuestro cuerpo.  
Todos fuimos alguna vez piedra, y vivimos dentro de ella.  Aprendimos a tomar una forma nueva (primero vegetal y luego animal) cada vez que veníamos a este mundo.  Y ayudábamos, como podíamos a la “evolución” del propio individuo, que es en sí la evolución de todo el mundo, de todos los espíritus.


COOPERACIÓN

Pero estos espíritus no son egoístas, la evolución no es una carrera por llegar primero, porque no hay perdedores; todos cooperan buscando la evolución de todos.  Cuando uno de ellos descubre algo, un modo mejor de evolucionar... un pensamiento, una idea, una epifanía; se los comunica a los demás, de diferentes modos:  en un cuadro, con el arte, la música, las palabras, los libros, los consejos y especialmente como: padre o madre.  Todos queremos que las generaciones que nos sustituyan, sean mejores de lo que nosotros fuimos.  Eso es evolución.

Ahora, sabiendo esto, no es tan loco pensar que el espíritu que vivía dentro de (y era) el Buda, sea el mismo espíritu que alguna vez, desde la orilla de un mundo que no conocíamos, en un cuerpo sin piernas... nos gritó “se que es por acá, tendrán que caminar, y aprenderán a hacerlo aunque no sepan como, tendrán que aprender en el camino, porque os prometo, que todo el esfuerzo, va a terminar en un forma hermosa, la más bella de todas... la que algún día habitaremos y seremos perfectos y felices ...  Námaste.”


LA PALABRA MÁS BELLA DE TODAS

El hiduismo tiene una frase para bendecir a las personas:  námaste, es la equivalente a nuestro hola, adiós, gracias, o por favor.  Se usa para saludar, despedirse, pedir, agradecer y resar.  Námaste, es “reverencia ante tí”.  Tiene muchos significados, alguno de ellos son:

El Dios en mí ve y honra al Dios en ti.

Lo divino en mí saluda a lo divino en ti.

Veo el bien en ti, porque sé del bien en mí.

Yo saludo ese lugar donde tú y yo somos uno.

Yo honro al espíritu en ti que también está en mí.

Mi energía más alta saluda a tu energía más alta.

Mi saludo reconoce la igualdad de todos, y rinde honor a la santidad e interconexión entre todos, así como a la fuente de esa unión.

Yo honro ese lugar en ti en donde habita el universo entero, yo honro ese lugar en ti que es un lugar de amor, de verdad, de luz. Y sé que cuando tú estás en ese lugar dentro de ti, y yo estoy en ese lugar dentro de mí, tú y yo somos uno solo.


Que mucho se puede decir con una palabra.

Námaste...

Me prometo usarla más seguido.

J.-

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