10.19.2011

La razón que te domina.


Para entender una sociedad tan materializada como la nuestra, tan superficial y cientificista, primero hay que entender su mayor orgullo: el razonamiento.
Razonar, es pensar: elaborar hipótesis, formular preguntas, lograr mejores beneficios.  Esta capacidad de la mente humana, es una herramienta muy poderosa que sirve para dominar los pueblos, hacerlos evolucionar o explotarlos como ganado.
Veamos hasta donde podemos entender este problema.... razonemos.


Los primeros pasos de la razón.

Allá por el siglo XIII, Europa sufría la mayor crisis social de la historia.  Estaba empobrecida por el enorme gasto económico que producían las Cruzadas a Medio Oriente.  Estos largos desfiles de hombres condenados a la muerte, se hacían sin muchos preparativos y sin mucha planificación.  De cualquier modo, las expediciones habían empujado los límites del mundo y de lo conocido.  Cada pueblo que se anexaba, era terreno para Roma.  Y esta situación favoreció el intercambio entre los pueblos:  fué el auge del comercio.
Los comerciantes, hábiles en la lógica y el razonamiento, fueron haciéndose cada vez más poderosos.
Como dije, los reyes se habián empobrecido, y los nobles tampoco eran muy solventes, las familias más grandes de Europa, debieron pedirle dinero prestado a los comerciantes, y estos, vieron una gran ventaja de afianzar su poder estando cerca del rey, formando así las primeras burguesías.

Estos primeros capitalistas (al igual que los actuales), querían asegurar su inversión, y para ello, controlaron de cerca las excursiones a Tierra Santa.  Por su simpatía, su carisma, y su gran capacidad de optimizar esfuerzos y producir mayores ganancias, fueron cercanos a sus generales y con ello comenzaron a asesorarlos libremente.
En aquel entonces, los caminos a Tierra Santa eran bastante seguros: se habían abierto “al turismo” de los reyes, los nobles y el clero.  Los caballeros templarios protegían aquellos caminos, con una amplia línea de postas que estaban a un día de caballo entre ellas.  Eran lugares o posadas, donde los feligreses podían comer y dormir cómodamente.  Pero esta nueva ola de riquezas que transitaba por las áridas tierras orientales, atrajo la mirada de malechores y ladrones, nuevamente.

Y aquí deslumbró el pensamiento capitalista, dictaminando que era más seguro dejar todo el dinero en la primer posta, donde se le otorgaba al depositario un certificado.  Este “papel a la órden” se presentaba al terminar el viaje en la última posta, y allí le devolvían una suma igual al dinero depositado.  Así nació el cheque.  El primer billete legal del mundo.

El comercio con Europa, y en especial con Medio Oriente, necesitaba grandes planificaciones:  Se llamaron a matemáticos y cartógrafos, se consideraron muchas variables de ganancia y riesgo.  Esto derivó en un auge de la lógica y el cálculo.  Pero también, se perfeccionaron la geometría, la física, la balística y toda ciencia que se considerase útil.

Los burgueses, se hicieron cada vez más poderosos, y los reyes se codeaban cada vez más con ellos.  Pero la iglesia de Roma era distinta, era un imperio.  Sus motivaciones no eran solamente el dinero, tenían motivaciones más altas, y no hablo de las espirituales.  Roma ostentaba poder, y eso a los comerciantes burgueses los seducía, como la gacela seduce a los lobos.
Y así Babilonia, la prostituta de la ciudad, se casó con Roma.   La burguesía, se convirtió en aristocracia, y formaron poderosas familias, como los Médici o los Sforza.
Roma creció de modo descomunal, como ninguna ciudad en la historia lo había hecho. Se respiraban nuevos conocimientos, se escuchaban otros idiomas, se conocían nuevos dioses, se aprendía de todo lo nuevo y de todo se quería saber.
Cada descubirmiento nuevo era medido e interpretado por el pensamiento burgués (con el razonamiento y las matemáticas), lo que derivó en la mayor explosión de conocimiento y ciencia que la humanidad nunca vivió.  Filosofía, historia, cartografía, astronomía, física, movimientos como el humanismo y porsupuesto: el arte.


El retrato como documento.

Los reyes eran asesorados por la aristocracia, y muchas veces eran la aristocracia misma.  Poco a poco aumentaron su poder aliándose con otras regiones, rubricando dicho pacto con un “matrimonio real” (había que asegurar que la unión fuera duradera, y para ello se usaba la iglesia como escribano).  
Los reyes más caprichosos, querían conocer a sus prometidas, y los relatos de los mensajeros eran insuficientes.  Los burgueses llamaron a los mejores artistas de Europa para que pintaran retratos de reinas y doncellas, y quien fuera más realista, tenía mejores trabajos y mayores contactos.
Los burgueses no saben de arte, solo de números.  Los retratos eran un documento “fiel”, del mismo modo que hoy pedimos una foto antes de una cita ciega.  Pero ante el capricho de los reyes, los comerciantes encontraron un nuevo “negocio”.
Llevó poco tiempo hasta que las recámaras de los castillos se llenaron de grandes cuadros luminosos, que se despegaban de la oscuridad y dureza góticas.
Las cruzadas habían terminado, y con ellas la competencia por las “reliquias santas”. El retrato era también un modo de ostentar poder y riquezas, de tener algo único.  Del mismo modo que la Iglesia certificaba su poderío con un trozo de madera de la Cruz del Gólgota, la burguesía lo hizo con los mejores trabajos de los mayores artistas europeos.   Y Roma fue la sede de la explosión artística que conmocionó al mundo: el Renacimiento.


Los tres protegidos papales.

La Edad Media se caracterizó por la supremacía de la Iglesia, imponiendo una mentalidad dogmática, totalitaria y violenta.  Pero esta omnipotencia fue perdiendo poco a poco el poder en manos del razonamiento.  Hacia el siglo XV, por toda Roma se cuestionaban los principios y los valores que habían regido durante siglos.
Entonces la iglesia, muy hábilmente, demostró su poder tomando para sí los mejores pintores del renacimiento:  Leonardo, Miguel Ángel y Raphael.  Y utilzó su capacidad para realzar las grandes figuras que eran pilares fundamentales de la fe cristiana.  Incluso les pidieron retratar a Dios.
Es arto conocido el movimiento Renacentista, basta como ejemplo mencionar a Leonardo Da Vinci, quien escribe uno de los pilares fundamentales de la nueva estética revolucionaria, Tratado sobre la pintura.  En ese manifiesto, define y describe el uso de la perspectiva geométrica, la dispersión de la luz, la perspectiva aérea, las proporciones armónicas de los cuerpos humanos, la sección áurea y las difusión de los colores que “tiñen” los objetos.  Todo ampliamente probado y demostrado matemáticamente.
Todo lo conocido por el hombre, y el hombre mismo, se reducían a una estructura geométrica; y con estas proporciones se construía un cuerpo lleno de curvas que presentaban los volúmenes reales con el uso de la luz y la sombra.
El mayor artista de todos los tiempos, deconstruía la realidad a sus expresiones más abstractas y geométricas, para luego recrearlas con mucho trabajo y esfuerzo.
Y aquí es donde el razonamiento entra por primera vez en el arte.  Para ayudarlo a evolucionar y expandirse.
Fué un matrimonio feliz... sólo por un tiempo.


¿Y que pasó con el arte?

El razonamiento, no sabe de arte.  No busca sentir, busca entender.  Todo artista es un ser contradictorio, en él conviven dos fuerzas pujando en una lucha interna.  Una, buscando los sentimientos mas abstractos del hombre, y la otra, “frivolinzándolos” con su interpretación y entendimiento.  Y justamente de este choque proviene su arte.  Todo movimiento estético es un acto de rebeldía ante los cánones precedentes y también hacia uno mismo.  El renacimiento se reveló contra el arte gótico, como tiempo después el dadaísmo lo hizo con la sociedad burguesa.

Pasó que el razonamiento en el arte, terminó por destruirlo llevándolo al extremo de la simplificación estética, y la búsqueda de abstracciones cada vez más arbitrarias.
Así como el pensamiento burgués, orgulloso de su lógica y el calculo, convivieron con los reyes debilitándolos poco a poco, hasta derrotarlos en la Revolución Francesa.  El razonamiento, entró en la pintura para ayudarla a crecer y desprenderse de los viejos cánones estéticos, pero después de un tiempo, la debilitó y destruyó completamente.
Esos esqueletos geométricos, que formaban las estructuras del arte renacentista, tan claros en El Hombre de Vitruvio, poco a poco fueron revelándose contra las carnes y las curvas, haciendo trazos mas simples, formas más abstractas, hasta finalmente negar cualquier parecido con realidad y presentarse como “las nuevas vanguardias”, como lo fué el futurismo o el cubismo.


Conclusión.

La razón, no solo dominó todo lo que el hombre hacía, también dominó todo lo que el hombre es y siente, y lo hizo a través de la psicología y las ciencias humanas.
Los expresionistas de comienzo de siglo pasado,  sabían que tenían que defender ese último bastión del hombre, que es su psiqués irracional.  Pero no pudieron.  El Grito de Edvard Munch, es en realidad el último grito del pensamiento irracional, expresado dentro del arte;  diciéndonos desde el espejo, “Cuidado, te estás matando.  Tengo miedo de vos”.
El surrealismo que había empezado tan bien, cedió rápidamente.  Y luego el arte comenzó a idolatrar al hombre-máquina, como ser superior.

Y apartir de allí, después de una larga agonía que duró siglos, con mayores o menores luchas ideológicas, finalmente el razonamiento dominó el mundo y el alma humana.

Alabad a nuestro nuevo Dios.


Biografía:  Hombres y Engranajes, de Ernesto Sábato.  Tratado sobre la pintura, de Leonardo Da Vinci.