7.11.2010

Los miedos


Todos tenemos miedo.  Yo, particularmente, lo tengo de todo, y casi todo el tiempo.  Tengo miedo de las enfermedades que posiblemente tengo, tengo miedo de la calidad de los productos que como, tengo miedo al posible asalto callejero, tengo miedo del colectivero que hoy durmió poco, tengo miedo que un error me depare una condena, tengo miedo a las serpientes, a los lobos, a las arañas… a la enfermedad y a la muerte, tanto como a la vida.
Todos tenemos miedos.  Nacemos violentamente, desnudos, con un fuerte golpe en las nalgas, tratando de escupir el líquido de nuestros pequeños pulmones.  ¿Cómo no vamos a tener miedo de lo que viene después?

Los miedos son los recuerdos de nuestras experiencias, las heridas de nuestra historia.  Quien no ha sido picado por una araña, quien nunca se ha caído de un árbol, quien nunca se dio un porrazo con la bici, quien a nunca lo ha mordido un perro o lo ha arañado un gato, quien nunca perdió una mascota bajo las ruedas de una auto… ese “quien” no es hoy una persona fuerte.
Tampoco nosotros, los que fuimos vencidos por el miedo y nunca más nos subimos a un árbol, a una bici, a un caballo y cambiamos las mascotas por muñecos. 
Ni decir de los miedos “heredados”.  Tengo miedos que no son míos… tuve miedo a no aprobar la escuela, a chocar el auto de papá, a las enfermedades, a la inflación, a la devaluación, al comunismo, al movimiento hippie y hasta a los ingleses.

Miedos, miedos, miedos.  Somos personas que tenemos más problemas de la piel para dentro que de la piel para fuera.  Nuestra alma está corrompida y mordida por cientos de miedos que no la dejan crecer ni moverse libremente.  Algunos tenemos tantos miedos, que ya no queda especio para un alma.

Esta es la verdadera causa de todos nuestros problemas.  La razón de la que seamos infelices trabajadores sociales, haciendo todos los días los mismo, una y otra vez, siguiendo el camino que sigue la mayoría.  Por miedo a estar solo.

Los manipuladores sociales (medios masivos, gobierno, escuelas y religión), explotan estos miedos para “obligarnos” a comprar, usar, vestir o votar.  Sólo buscan control y poder social.  Te amenazan con la cárcel, con la quiebra, con una mala nota, incluso te amenazan con el infierno, mientras te hacen comprar cientos de productos para evitar las enfermedades y llevar la “felicidad” a tu mesa.
Somos una sociedad dócil, obediente, que sigue las reglas establecidas y que no protesta por sus ideales… porque somos hombres y mujeres con miedo.

Los miedos forman una parte importante del alma, son los recuerdos, el pasado o la parte oscura.  Pero también hay otra parte (y diría que más importante) que los complementa, que depende de ésta primera para crecer: la autoestima, la creencia en el destino, el futuro, la parte clara.

La parte oscura está para hacer más fuerte la parte clara, los miedos están para construir una estima más fuerte y sólida.  Son pruebas que el alma necesita para sentirse segura de si misma.  Los miedos están allí para superarlos, no para acumularlos.
Si tengo miedo a las serpientes, iré a un serpentario hasta poder tocar una; si tengo miedo de los perros, adoptaré un perro y lo amaestraré; si tengo miedo a perder el trabajo, lo dejaré para buscarme otro; si tengo miedo a estar solo, dejaré el mundo para estarlo; si tengo miedo a la enfermedad, cuidaré un enfermo; si tengo miedo a la muerte, miraré un muerto a los ojos.

Un miedo es como una tapia que no nos deja ver.  Hay que romperla, borrarla, destruirla… siempre atrás de una gran miedo hay un gran premio, una gran bola de luz que nos ayuda a hacer nuestra estima mucho mas fuerte.

Sigamos buscando nuestro camino.

No hay comentarios: