2.22.2010

La hipocresía ecológica


Hace unas semanas, descubrí un concurso en Internet que regalaba remeras de la “huella ecológica”. Sin explicar mucho, prometía que era un modo de ayudar al planeta (¿!).

La publicidad toma objetos y valores que son comunes dentro de la sociedad, y los utiliza para difundir o validar sus propios productos. Hoy, utilizan la “moda ecológica” para vender sus productos como siempre lo hicieron. No nos dejemos engañar, los organismos públicos o privados, NO están haciendo nada al respecto. Nadie en realidad, está haciendo nada que produzca un cambio sustancial a corto plazo.Según cálculos recientes, cada individuo necesita hoy 4,3 hectáreas de superficie para mantener nuestro estilo de vida. Lo cual equivaldría a tener 2,4 planetas como la Tierra.

Aquí hay un muy buen test (en ingles) para que entiendan los factores que intervienen en la huella ecológica.

http://www.ecofoot.org/

Primero vamos a identificar algunos conceptos que nos van a ayudar a entender la gravedad de este problema.

Huella ecológica: Es un indicador que representa la cantidad de superficie necesaria para producir los recursos que necesita una persona para vivir, y la biocapacidad de ese terreno para absorber o anular los daños que ocasiona dicha persona. En realidad mide el impacto del hombre en el planeta, es un indicador clave para la sustentabilidad de cualquier forma de vida.

La huella ecológica depende básicamente de tres factores: cantidad de recursos, tipo de desechos y cantidad de individuos.

La cantidad de recursos que utiliza determinada sociedad depende del estilo de vida que ella tuviera. Imaginemos los últimos 500 años de historia acá en América. Antes de la llegada Colón, los hombres vivían en “armonía” con la naturaleza (en realidad esta es una idea actual, ellos no le llamarían nunca de aquel modo), no conocían otro estilo de vida. Se movían de a pié, algunos en canoas de cuero. Cazaban los animales que tenía en las cercanías, y usaban sus pieles como abrigo.

En aquellos años, incluso hoy en el interior del país, el alimento es el único recurso absolutamente necesario que el hombre consume, y lo hace en grandes cantidades, por ello es el mayor depredador del mundo. En los últimos años este factor ha cambiado en función de una modificación dramática del estilo de vida impulsado por intereses económicos.

Todo lo que tenemos a nuestro alrededor (televisores, computadoras, teléfonos, mesas, sillas, paredes, techos, autos, ropa, anillos, zapatillas, etc.), son recursos superfluos que no inciden directamente en nuestra supervivencia y aumentan la huella ecológica.

Hoy las sociedades se mueven gracias al petróleo (tanto combustibles como petroquímicos), la energía eléctrica (generada en usinas nucleares), el consumo indiscriminado de bosques para hacer papel, el uso indiscriminado del agua potable, la explotación exhaustiva del suelo (cosechas sin rotación), y la extracción de minerales varios (hierro, cobre, estaño, mercurio, uranio, etc), que necesitamos para mantener nuestro actual estilo de vida.

El sistema económico alienta y difunde el uso de mayores recursos. Autos cada vez más grandes, de mayores cilindradas, con la última tecnología. Grandes edificios de cemento y vidrio. Teléfonos celulares, gaseosas en envases plásticos, pañales descartables, comida enlatada, etc, etc, etc.

“Nada se pierde, todo se transforma”. Los recursos y objetos que nos rodean, se convertirán en desechos tarde o temprano. Todo lo que tenemos hoy, se convertirá en basura el día de mañana.
La huella ecológica que necesitamos como sociedad (y porque no, como humanidad), aumenta considerablemente de acuerdo al tipo de desechos que tiramos al medio ambiente. El menor problema lo generan los desechos orgánicos (algunos metros cuadrados de tierra negra son suficientes para cubrir todos los desechos orgánicos de una persona). En realidad, el problema está con los desechos industriales, químicos y radiactivos, que hoy generamos indiscriminadamente. Los billones de toneladas de basura que generamos al año, los derrames de petróleo en los océanos, la extracción de minerales con amoníaco, el volcado de químicos altamente contaminares en los ríos, la eliminación de enormes cantidades de CO2 a la atmósfera; son los problemas mas graves.

En definitiva, no se puede hacer nada porque el sistema económico capitalista (que hoy sostiene al mundo) esta basado en la construcción y venta de objetos dispensables, que en su gran mayoría no tienen que ver con nuestra supervivencia, sino con un sentimiento (in entendible) de ostentación y despilfarro.

La solución a este problema, esta en nosotros los consumidores, quienes debemos bajar la demanda de productos. Pero lamentablemente somos arrastrados a un estilo de vida donde el desarrollo personal esta íntimamente ligado a los objetos materiales y lujosos.

Nuestros pequeños egoísmos, están poniendo al mundo en jaque.

Pero el mayor problema, el verdadero problema de fondo, es el de la población. Si bien, el consumo de recursos por personas aumenta por nuestro nivel de vida cada vez más “lujoso” y por ende la cantidad de desechos que generamos; la cantidad de individuos de una sociedad funcionan como una potencia de estos valores.
Nadie reconoce el problema de la sobre-población. Todos los sabemos, pero nadie se anima a decir la única solución posible: no hay que tener más hijos.

Esta sola idea nos aterra como personas, y como estado, socava la primera célula social que es la familia.

Si bien en muchos países altamente desarrollados (y sobre poblados) se han intentado aplicar reglas de control de la natalidad, el índice de crecimiento poblacional en muy pocos casos ha llegado a ser negativo. Para controlar la natalidad social, más que planes sanitarios o campañas nacionales, es necesario un nivel de vida que “distraiga” la necesidad de una familia. Si bien, esta afirmación para muchos puede parecer fascista (incluso para mí), la experiencia mundial demuestra que es real.

En países con alto grado de urbanización y desarrollo, la competencia social dentro del sistema de castas sociales, y el ansia de superación casi egoísta, hace que las familias deban planificar la cantidad de hijos y el momento oportuno para tenerlos.

Países menos desarrollados, más tradicionalistas, y hasta más religiosos, no se plantean la natalidad como un problema, sino como un “derecho” y en muchos casos como una “obligación” religiosa.

Los países con mayor población, son los que tiene el mayor índice de pobreza y mortalidad infantil. África y el sur de Asia lideran la lista.

En los comienzos de la revolución industrial, la población total se estimaba en 1.500 millones. Hoy, estamos en los 6.000 millones, y se espera superar la barrera de los 10.000 millones antes de mediados de siglo. Mientras mas gente haya en el mundo, mayor va a ser la producción de CO2 y gases de efecto invernadero, como así también la cantidad de recursos necesarios para mantener nuestro estilo de vida.
 El problema que presento en este ensayo es arto que obvio… todos los factores suben y cada vez mas rápido. Consumimos cada vez más recursos, generamos cada vez más desechos y todo esto lo multiplicamos por un número cada vez más grande de individuos. Pronto pasaremos el índice de sustentabilidad, la huelle ecológica, lo que Thomas Malthus vaticinó en 1798, y ahora llamamos: la catástrofe Maltusiana.

Este punto, con el que tanto se nos amenaza, en realidad lo pasamos hace años y ahora estamos viviendo las consecuencias. El cambio climático global, va a producir una reducción de los recursos alimenticios (tanto vegetales como animales) y de diversas materias primas que genera el suelo (agua, madera, lana, etc), que van a acelerar este proceso y nos van a ubicar una nueva economía de subsistencia.

Seguiré en otro post.


No seamos hipócritas, comprando una remera de la “huella ecológica”, no ayudamos a nadie. Algunas cosas que si podemos hacer, son:

Agua
1. Cierra el grifo cuando laves los trastes, mientras te cepillas los dientes o te lavas las manos, y en lo posible toma duchas dos minutos más cortas. El tiempo no es significativo pero el ahorro sí.

2. Utiliza la lavadora de ropa con cargas completas.

Energía

1. Desconecta los aparatos que no estés utilizando: aun apagados, consumen energía eléctrica. Pon la computadora a hibernar o apágala si no la vas a utilizar por una hora.

2. Cambia los focos incandescentes por fluorescentes o LED, el consumo de energía es menor y más eficiente -hasta un 80% de ahorro-, además de que tienen una vida útil mayor. Apaga las luces que no estés utilizando, aunque en el caso de los focos fluorescentes, dado que estos consumen más cuando se encienden, apágalos sólo si vas a estar alejado del lugar por más de 15 minutos.

3. Trata de secar la ropa al natural. La secadora requiere grandes cantidades de energía para funcionar.

Transporte

1. Utiliza el transporte público cuando se posible y explora otras formas de transporte, como la bicicleta o caminar.

2. Comparte el automóvil con amigos o compañeros de trabajo para reducir el consumo de combustible y contaminación.

Alimentos

1. Consume local y productos de temporada. Los productos traídos de lugares lejanos implican una inversión en energía para su conservación y combustible para su transporte.

2. Los alimentos ecológicos u orgánicos evitan el uso de químicos y usan técnicas de rotación y asociación de cultivos, que permiten mantener la fertilidad de la tierra.

Basura

1. Separa la basura pensando en el reciclaje (vidrio, aluminio, papel).

2. Utiliza en lo posible productos hechos con materiales reciclados.

3. No tires las baterías a la basura. Los químicos y metales pesados que contienen contaminan los mantos acuíferos y la tierra. Busca un centro de acopio.

Plástico

1. Procura evitar el uso de bolsas y botellas de plástico.

La idea es reducir, reutilizar, reciclar. Pequeños cambios que multiplicados en la comunidad tienen un gran efecto en minimizar el impacto global y garantizar un estilo de vida acorde con la realidad medio ambiental que estamos enfrentando.

J.-


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